Astronauta, Músico, Actor, Bailarina, Profesor, Bombero, Policía, Escritor, Detective, Atleta, Veterinario, Científico, Piloto,Abogado, y Doctor. Estos son los resultados de una encuesta reciente del Bureau de Trabajo de los Estados Unidos a una muestra significativa de niños frente a la pregunta, Y tu que quieres ser cuando seas grande?.
Me llaman profundamente la atención varias cosas: Ninguno quiere ser CEO; ninguno dijo querer ser Millonario;nadie mencionó a Steve Jobs ni a Carlos Slim como figuras a imitar; no veo ni lideres políticos ni religiosos en la escala aspiracional; hay una alta dosis de profesiones liberales, énfasis en el riesgo y la adrenalina y finalmente los niños, los grandes soñadores de nuestro planeta, le siguen imprimiendo un toque social, transformacional si se quiere a sus sueños.
Mi reflexión va ligada entonces a cómo, en el camino hacia la adultez, el “sentido de realidad”, y la presión social hacia los valores predominantes de nuestro siglo : Dinero, Poder y Reconocimiento, van poco a poco haciendo mella en la psiquis individual hasta someterla, frustrar nuestros más genuinos sueños y convertirnos, de alguna manera, en una ficha más de un engranaje colectivo que sin duda talla cuando, de vez en cuando, nos acordamos de ese niño interior que nunca nos abandona y frecuentemente nos acusa de cobardes.
Ejemplos de frustración los hay por millares. Seres humanos que flaquearon en algún punto de su existencia claudicando sus ambiciones personales, y dieron paso a la profesión o el oficio que “mejor” atendía su futuro (lease obviamente su futuro económico), dando al traste con sus más íntima y genuina pasión, y en muchas ocasiones, lo cual es más triste aún, a su verdadero talento.
Pocos son los que en etapas tardías de su carrera logran reencontrarse. La realidad, la dura realidad, es que el mercado en general castiga con creces, sobre todo salarialmente, a aquellos que deciden volver por la senda de su pasión y les toca re-fabricar habilidades, pero sobre todo experiencia en un área que les gusta pero en la que nunca trabajaron. Esa etapa de la vida coincide, además -desafortunadamente- con ese momento de la vida en que el crédito de la casa, del carro, el pago del bono, y la tan anhelado viaje le exigen a la persona que priorice y por supuesto de nuevo a la gaveta de los sueños para la jubilación.
En el último artículo: Año Sabático por Christian Byfield, hablábamos de la valentía que implica el dejarlo todo como plataforma de partida, pero poco hemos hablado de la que se necesita para construir una carrera en defensa del talento genuino o por lo menos de nuestros más íntimos sueños, que muchas veces se pudieran distanciar de los valores sociales o de nuestros mayores, pero que al final tienen una tasa Interna de Retorno mucho mas alta.