Tengo 30 años de ejercicio profesional, la mitad de ellos como reclutador ejecutivo y nunca en mi carrera había visto una transformación tan dramática en la ecuación de poder entre empresa y empleado. De esto no es consciente, las más de las veces, el trabajador promedio que sigue viviendo su carrera profesional como si hiciera parte de la masa laboral del siglo pasado, cuando frente a sus narices se están gestando cambios inimaginables que le permitirían, haciendo los ajustes del caso, diseñar su futuro profesional de acuerdo a sus necesidades y gustos.
Suena utópico o romántico pero de alguna manera ya viene pasando en ciertas profesiones u oficios, que por su nivel de especialidad, por su escases, o por la calidad y talento de quien lo ejerce, se da el lujo de negociar sus condiciones laborales y sobre todo de escoger su empleador de turno haciendo una muy juiciosa valoración de las calidades, la estrategia y la cultura de la organización que pretende atraerlo.
Guardadas las proporciones es de alguna manera lo que pasó en la última década en el mercado de los equipos deportivos de alto rendimiento: Futbolistas, basquetbolistas, beisbolistas y demás jugadores profesionales han sido parte de la evolución del mercado profesional de atletas de alto rendimiento. En este mercado, al menos el de las estrellas, los jugadores se dan el lujo de negociar el término de su contrato, las condiciones de manejo de sus patrocinadores, las condiciones de administración de sus plataformas de comunicación, la relación con sus agentes, y por supuesto el tipo de herramientas de apoyo que recibirá de su equipo para lograr niveles de desempeño acordes con sus habilidades y sobre todo con sus ambiciones.
Lo más interesante de este mercado, y es que, aunque parecería obvio, estos profesionales tienen la potestad de escoger su próximo equipo. Son bien sonados los casos de profesionales deportivos de élite que vienen de haber construido una carrera muy exitosa que los potencia en un equipo, para llegar pronto a hacer parte de la banca en otro. El tipo de organización a la que se pretende entrar es tal vez hoy, tanto en éste como en el mercado profesional ejecutivo, de lejos la más importante decisión que debe tomar un profesional exitoso. Curiosamente las estadísticas prueban que a esta valoración se le dedica poco tiempo.
Los temas referentes al rol y sobre todo al valor del contrato, normalmente distraen los esfuerzos del profesional y de su agente, dejando de lado preguntas claves referentes a las calidades de la organización, sus valores, su propósito, y sobre todo su cultura organizacional, que está probado, son en el 70% de los casos, los elementos críticos que determinan el futuro éxito y crecimiento de esa persona.
No existe una fórmula mágica para blindarse de sorpresas desagradables, pero lo cierto es que finalizada la etapa de conocimiento mutuo y seducción, las organizaciones abren normalmente un espacio (si no lo hacen hay que forzarlo) para hacer algunas preguntas importantes relativas a la cultura del empleador. Aquí algunas sugerencias:
Hoy de lejos el factor diferenciador en una organización es su gente. Las empresas le dedican parte importante de sus esfuerzos organizacionales a atraer el mejor talento, aquel que haga la diferencia. Usted tiene hoy un valor enorme en el mercado: Ejérzalo haciendo el análisis adecuado.