“Una de las sanciones a negarse a participar en política es que usted termina siendo gobernado por sus inferiores”
Generalmente no me meto en las complejidades de los temas políticos aunque como consultor en talento le he dedicado un par de comentarios a la pésima alcaldía de Petro, y a su nefasto estilo “gerencial”. Petro ha logrado batir el record de mayor rotación de equipo alguno de Gobierno en la historia de nuestra sufrida capital, impactando sin duda su capacidad de gestión frente a una ciudad que se ha terminado por desarmar. Sin duda Petro ha logrado como ninguno despertar mi animal político.
No le puedo echar del todo la culpa a Petro. La verdad, es que, desafortunadamente, cuando recorro el panorama político nacional, sus tres poderes, los entes de control, los “partidos políticos” o lo que queda de ellos, el congreso, en fin, todo aquel quien quiera que sea que optó por llenar el espacio que les dejamos, no puedo menos que pensar que la culpa es nuestra y que nuestro silencio ha sido cómplice enorme de que seamos un país tan mal gobernado.
Dante decía que los lugares mas oscuros del infierno están reservados para aquellos que han mantenido su neutralidad en tiempos de crisis moral, y de una u otra manera, todos aquellos que decidimos hacer “patria” desde el sector privado, lo usamos como escudo para criticar sin entrometernos: políticos de cocktail, en fila india al infierno de Dante.
Grave,..muy grave. La historia reciente, aquella que le entregó a Uribe las armas para desde la “institucionalidad” matar a nuestro enemigo interno; aquella que le entregó a Santos un mandato continuista para luego sorprendernos con su política de “paz”;aquella que ve desfilar políticos de partido en partido y que ve transformar con facilidad a verdes en progresistas, a los de la U en Central Democráticos o Uribistas; aquella en donde las Farc arregla el país desde la Habana y lo destroza con sus paros sociales, aquel en donde el sistema democrático se burla del ciudadano y lo utiliza de bobo útil llevado a las urnas con mentiras, es una historia que parecería reafirmar la cita de Valery que dice que la política es el arte de impedir que la gente se entrometa en lo que le atañe.
He tratado, de buena fé, de confiar en el sistema, en aquellos que lo dirigen y que dicen representar nuestros intereses. He tratado de encontrar coherencia en el comportamiento del senador por el que voté y que ha apoyado sin consultar los intereses de los que lo elegimos leyes totalmente distantes e incoherentes con su promesa de campaña. Dios sabe que he tratado, pero creo que al final se me acabaron las excusas, se nos acabaron a todos.
No podemos estar ajenos a la política. No podemos ser simples observadores, que desde la comodidad que genera la distancia, preferimos no entrometernos con la disculpa de que la política es un “asco”, y nosotros dignos ciudadanos simplemente no le jugamos al sistema. La política somos nosotros, y nuestro país y sus líderes reflejo bien de nuestra indolencia, bien de nuestro egoísmo, bien de nuestra falta de capacidad por asumir una voz crítica desde la acción.
Por lo pronto, pretendo ser un elector responsable, un auditor político vehemente y constante exigiendo mis derechos de ciudadano, un bloggero crítico que desde este humilde rincón comparta con ustedes no sólo el fascinante mundo del talento, sino también, por que no, mi necesario rol de actor político.