L a movilidad urbana es sin duda uno de los grandes retos de nuestra capital. En esto no estamos solos. Expertos globales se devanan los sesos tratando de encontrarle fórmulas a uno de los mayores problemas de la civilización moderna. Para el 2030 el 60% de la población mundial vivirá en ciudades, lo que combinado al ingreso a la clase media de cerca de 2.000 millones de personas, hará, según Mckinsey, que la flota global de automóviles actual estimada en 1.200mm de autos, tenga proyecciones de doblarse hacia el 2030 (más de la mitad para uso urbano).
El automóvil es además el responsable del 38% de la absorción del consumo energético y el principal consumidor de petróleo generando el 25% de la generación de todos los gases de efecto invernadero. El automóvil privado tiene un consumo de energía cuatro veces superior al de un autobús por cada pasajero siendo el principal causante de contaminación en zonas urbanas. Esta contaminación mata: 3.7MM de personas mueren al año por cuenta de la contaminación atmosférica urbana (OMS,2014), generando más muertos que el SIDA y la malaria.
A este desastre del cambio climático y la salud pública hay que agregarle el no menor impacto en la calidad de vida. Según Mckinsey la congestión tiene un impacto de entre 2%-4% del PIB producto de la falta de productividad y los sobre costos del transporte. En Londres, una de las ciudades con transporte multimodal más avanzados del mundo, se calcula que los conductores pasaron más de 250 horas en el tráfico en el 2013 proyectado a 299 en el 2030, es decir un equivalente a cuarenta jornadas de trabajo al año.
Si nos faltan argumentos, sumémosle al carro sus costos de adquisición, de mantenimiento, los impuestos, el parqueo, la gasolina, el seguro y su limitado uso por cuenta del pico y placa, argumentos que no opacan la absoluta idiotez colectiva de movilizarnos solos (el 90% de los carros llevan un solo pasajero) en vehículos que pasan el 95% de su vida útil parqueados en un garaje o parados en vías públicas (el promedio de velocidad en Bogotá es de 12Km/hora).
Las buenas noticias, según un reciente estudio de Enrique Dans (profesor del IE Business School) y el urbanista Gildo Seisdedos, es que pareciera que la solución, mientras entramos en razón y nos montamos en la bicicleta, está en la tecnología. La conectividad a bordo, el car-sharing, la electrificación y la conducción autónoma, se proyectan como soluciones ideales.
El Car – Sharing: Modelo que permite el alquiler de autos por trayectos cortos. Daimler ya lanzó Car2Go y BMW hizo lo mismo con Drivenow. A través de este servicio, los dueños de flota en unos casos, o dos particulares través de un app se ponen de acuerdo para que el vehículo de uno sea usado por otro. La empresa de tecnología agrega algunos servicios (seguro,etc) y cobra una comisión por transacción. Este modelo creció el 35% en Estados Unidos el año pasado y 50% en Alemania.
El Ride-Sharing: Es el uso compartido del vehículo por trayectos en donde el proveedor puede ser un transportista o un particular. Uber (valorado en US$62.500MM) es un buen ejemplo del primero que ya opera en 360 ciudades en 60 países con un millon de viajes diarios. Ya lanzo Uberpool, sistema para compartir viajes hacia el mismo destino..Lyft Line en San Francisco ya ofrece con su app un sistema en donde junta oferta y demanda de trayectos hacia un mismo destino de forma compartida optimizando costos y con una espera menor a los 5 minutos. Blablacar por su parte pone en contacto a conductores con asientos ociosos con pasajeros dispuestos a compartir los costos de gasolina y peajes. Por 28 euros se hace un Madrid – Barcelona en compañía y en la comodidad de un automóvil.
El Home Office: Finalmente la mejor estrategia de movilidad es la que no se produce, lógica Pambeliana que hoy es posible gracias a la tecnología que hace más eficiente el trabajar desde el hogar utilizando las plataformas que habilitan la comunicación con compañeros de trabajo y clientes de manera eficiente. Esta tendencia evitaría el absurdo colectivo de que todos salgamos a la misma hora, utilizando las mismas vías, para llegar a oficinas que quedan en el mismo sitio, a hacer trabajo que perfectamente podríamos hacer desde la casa.
Finalmente tecnologías de punta y el adecuado uso del Big Data permitirán, como en el caso de Helsinnki que adoptó el sistema Maas (Mobility as a Service), esquemas que apalancados en los teléfonos inteligentes, le permitan al ciudadano reservar y pagar cualquier tipo de transporte. El ciudadano sólo especifica origen, destino y preferencias, y el sistema actúa como planificador de viajes enlazando diferentes opciones de transporte que optimizan el trayecto.
La movilidad parece tener una solución diferente al metro que tanto nos desvela, pero exige de nuestra apertura y consciencia. La solución tiene que ser una decisión colectiva, sino pregúntenle a los cientos que en pleno proceso de paz siguen sacando su carro blindado el día del no carro. Absurdo No?