E n 1914 el expedicionario británico Ernest Shackleton puso el siguiente aviso en la prensa inglesa: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frio extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.
Shackleton, a quién ya lo presidía la fama por sus expediciones al polo sur, estaba de esta manera reclutando voluntarios para la, hasta la fecha, única expedición aún no realizada por el hombre: la llamada Expedición Imperial Trasatlántica, consistente en atravesar la Antártida de punta a punta a través del polo.
La justificación de Sir Ernest Shackleton fue la siguiente: “Desde el punto de vista sentimental es el último gran viaje polar que puede emprenderse. Será más importante que ir al Polo y creo que corresponde a la nación británica llevarlo a cabo, pues nos han derrotado en la conquista del Polo Norte y del Polo Sur. Queda el viaje más largo e impresionante de todos: la travesía del continente antártico”.
A pesar de lo osada de la convocatoria, se presentaron miles y se escogieron a 26 hombres que embarcaron en el Endurance. El barco llegó a la Antártida en un clima extremadamente frio, hasta el punto de que quedó atrapado entre el hielo cerca de la bahía de Vahsel en donde finalmente se hundió dejando a la deriva a los veintiocho hombres (se había colado un polizón en Buenos Aires).
La única alternativa para salvar a sus hombres fue embarcarse en un bote salvavidas con cinco hombres para tratar de llegar hasta la isla de San Pedro en el archipiélago de Shetland en Georgia del sur y pedir auxilio para rescatar a sus hombres que habían sido arrastrados por la corriente a la Isla de Elefante. La historia termina bien: Shackleton y sus hombres logran llegar hasta Punta Arenas donde lograron el apoyo del barco chileno Yelcho (los británicos le negaron la ayuda por estar metidos hasta el cuello en la primera guerra mundial) que recogió finalmente a todos los hombres. Todos regresaron a Inglaterra, y según lo prometido recibieron “Honor y Gloria” por parte del pueblo británico donde aún hoy se les considera unos héroes.
La historia ha servido a una gran cantidad de autores para resaltar los valores de tenacidad, y capacidad de lucha. Simon Sinek la utiliza para explicar cómo aquellas organizaciones que seducen desde el “Por qué” y no del Qué ni del Cómo, han logrado construir una estructura de talento que atrae a la gente correcta a las organizaciones.
Me parece ilustrativa la historia, porque ahora que nos debatimos por la atracción del mejor talento como via alternativa, a veces salvadora, de planes de negocio que se hunden como el titanic, el enfoque en la mayor parte de los casos siguen siendo el del uso de herramientas como salario, y proyección de carrera, o incluso algunas más cosméticas como salario emocional, trabajo desde la casa, o snacks ilimitados, tratando de esta manera de emular a organizaciones que han logrado llevarse muy buen talento, pero que queremos copiar desde el que y el como pero no desde el por qué.
Si hay algo que distingue a las nuevas generaciones, es que su sistema valores está íntimamente ligado a la trascendencia. La captura de su emocionalidad y su compromiso está atada a valores transformacionales de realidades sociales, ya no simplemente de un ebitda. Los estímulos económicos, tan frecuentemente utilizados se diluyen rápidamente como esquema de retención, y la verdad es que la mayor parte de las organizaciones han empezado a perder potencia en cuanto a encontrar valores que vayan más allá del dinero por el dinero.
En este momento Amazon, que se ha distinguido por ser una máquina en la atracción de talento, se enfrenta a casi trescientos colaboradores amenazados con ser despedidos, porque estar involucrados en activismo medio ambiental entre otras. Esa lucha entre el pragmatismo empresarial vs los principios de trascendencia de sus empleados empieza a tomar mucha fuerza.
Los empleados de Amazon exigen en este momento saber para que fines van a emplearse los códigos que están escribiendo. Bien distinto es saber que el proyecto de reconocimiento facial va a ser utilizado para hacer más eficientes los métodos de compra en las tiendas Amazon Go, que enterarse de que su gobierno podría utilizar esta herramienta para la identificación y detención de inmigrantes.
Todos queremos trabajar para algo más grande que nosotros mismos. El sentido de trascendencia no nos lo da, solamente, el sentirnos aportando al bienestar de nuestra familia y a la riqueza de los accionistas de la empresa. Queremos un mundo mejor, más digno, más justo, más incluyente. Necesitamos ver coherencia entre los discursos y estrategias de nuestra empresa con los movimientos de cambio social que harán de este mundo uno mejor para las generaciones futuras.
La gente esta dispuesta a hacer esfuerzos descomunales, a veces inhumanos, cuando se nos propone un reto que vaya más allá de nuestras posibilidades. Ser parte de equipos que cambiaron el mundo. Todos queremos honor y gloria. Todos queremos ser héroes.