Hay diferentes tipologías sicológicas que alteran la forma en como nos enfrentamos en general al mundo, en este caso en particular al mundo laboral sobre todo desde la perspectiva de un cambio. Voy a recorrer en una serie de artículos algunas tipologías típicas, que son clásicas, que necesitan ser diagnosticadas a tiempo, ya que de no hacerse pueden interponerse de manera complicada en nuestros planes de encontrar nuevos rumbos laborales más alineados con el territorio de marca personal que hemos definido. El primero de ellos es el famoso síndrome del explorador.
Este síndrome se dá en aquellas personas que necesitan constantemente estar cambiando. Son de alguna manera adictos al aprendizaje, abrazan con emoción los cambios recurrentes y las nuevas experiencias, disfrutan conocer nuevos territorios y nueva gente, así como buscar retos en su entorno laboral que estimulen su creatividad y la aprehensión de nuevos conocimientos.
Son generalmente personas cálidas, afables, entradoras, curiosas, con chispa, que se les dá bien la palabra oral, son aportantes en los proyectos sobre todo en las etapas iniciales de “lluvia de ideas”, energéticos y entusiastas frente a experimentar la estrategia y hábidos lectores y escuchas de nuevas teorías.
Como todo esta maravilla tiene su sello en la moneda. Son inconstantes, dispersos, se aburren fácil y rápido, son desatentos, ansiosos, no muy organizados, y de cara al mundo laboral, malos para respectar estructuras definidas, odian que se les rotule y demandantes de entornos que de no cambiar recurrentemente y estimularlos con proyectos nuevos, terminan por desanimarlos.
El problema de este síndrome de cara al cambio de empleo es doble: de un lado es que pudiera ser permanente (duran motivados relativamente poco tiempo), y por lo tanto andan en una búsqueda constante: nada los llena; y de otra parte hace que su dispersión sea dificil de administrar para el entorno en el que operan al que se le vuelve dificil manejar su “constante creatividad” lo que generalmente los hace poco enfocados y les hace perder eficiencia de cara al logro: esto afecta sus referencias.
Nada tiene de malo cambiar. Es más es parte importante de los entornos en los que se mueve hoy el mundo y esto no es ajeno al mundo profesional y corporativo. Contar con personas resilientes, adaptables y que se mueven bien en espacios retadores de cambio siempre es una prioridad. El problema es cuando uno hace del cambio una necesidad constante porque no se le da suficiente tiempo al aprendizaje de un lado, se diluyen el enfoque y la capacidad de aporte, pero sobre todo desenfoca y se pierde credibilidad porque nunca termina con detalle, en orden y con esmero las tareas para las que se les contrato.
El Síndrome del Eplorador hay que domarlo. Hay que saber determinar cual es el territorio de marca en el que se quiere operar, y enfocarse con determinación para situarse en una zona, que si bien puede ser amplia, debe estar delimitada para que permita entonces moverse allí con comodidad, construyendo experiencia y dándole credibilidad frente a la audiencia de su capacidad para dar resultados.