El Padre Giraldo fue nuestro decano de Derecho. Sin duda un ser de inteligencia y sabiduría privilegiadas, que hizo de la Facultad de Derecho de la Javeriana una de las más importantes del país (lo sigue siendo). El listado de eminencias que desfilaron por la facultad, bien sea como alumnos o como profesores, es sin duda una de las más largas de escuela alguna del país, y en general , salvo algunas desafortunadas excepciones, toda, gente de bien.
No se me olvidará sin embargo una frase que repetía a diario tanto en su clase de ética, como en la intimidad de su oficina: “El Poder es para Poder”. Y a pesar del apego y del orgullo que él mismo sentía de tener dentro de sus exalumnos a grandes líderes de la política, la justicia y la administración pública, detrás de su frase había un mensaje que ha sido eje del que hacer de ilustres Javerianos: El Poder es para servir, el servidor Público es un sirviente de los ciudadanos y el Poder que le otorga su dignidad tiene sentido sólo si se utiliza en favor de aquellos a quienes representa.
Con el perdón de todos los servidores públicos, y su invaluable servicio, sin duda, en mi escala jerárquica, es en el juez en quien reside la mayor dignidad. Es a quien le entregamos como sociedad la mayor de las responsabilidades, la de administrar justicia, y en quien por lo mismo, deben recaer las mayores cualidades de probidad, de conocimiento, de ética, de dignidad. El juez siempre ha sido, y lo seguirá siendo, el más respetado de la tribu, espacio que sólo puede ser ocupado no sólo por los mejores profesionales, sino sobre todo por los mejores seres humanos.
El escándalo de Pretelt y la crisis de confianza en la Corte nos tiene que poner a reflexionar como sociedad, y exige de nosotros el más vehemente de los rechazos. La crisis de la justicia es nuestra crisis, y nuestra apatía y falta de participación el escondite de los pícaros.
Todo el mundo tiene sin duda el derecho a la defensa, Pretelt no será una excepción, faltaba más; el tema sin embargo es que el juez, en cualquiera de sus jerarquías, pero sobre todo aquel que representa la mayor dignidad, simplemente no puede tener ni el más mínimo velo de duda en su reputación. La estatura del cargo exige su renuncia inmediata.Punto.