Compartí hace poco unas primeras impresiones sobre el Sabático que ahora termino y que me dejan mil y una reflexiones de vida que espero ir dejando consignadas por escrito: https://pabloalondono.com/reflexiones-de-un-sabatico-sin-agenda/
Hay muchas experiencias que recojo de este viaje por la vida y de esas conversaciones que tuve conmigo mismo en el proceso de entender lo que quiero hacer hacia el futuro o mejor,de darle un viraje, como espero, a lo que venía haciendo.
Y es que a veces estamos muy, muy cerca de un aprendizaje, pero la vida da rodeos para ponernos en frente de estos cuando quiere que nunca se nos olvide,, que lo interioricemos, pero sobre todo, que la hagamos parte de nuestra forma de operar ante la vida y en este caso concreto hacerla parte activa de nuestro que hacer profesional.
Dejeme les cuento la experiencia para que entiendan el por qué del título:
Decidimos pasar la última parte del sabático en familia, los cuatro, en el Norte de Italia. Milán la ciudad escogida para celebrar el 31 y a pesar de que ya habiamos estado, la información de donde celebrar esa noche, cuando uno empieza a navegar google, se vuelve difusa y poco práctica. Así que a la antigua: abrí mi directorio personal, escogí el listado de socios de Spencer Stuart en Italia, y le escribí al gerente de la oficina para que me orientara. Este muy amablemente, por ser de Roma, delegó en Gianluca Raisoni, socio de Milán, que no ahorró esfuerzos en conseguirnos el mejor lugar y en directamente hacernos la reserva para que no tuvieramos problema.
Hasta ahí mi gratitud con alguién que dedica parte de su tiempo personal para hacerle un favor a un socio de otro país al que no conocía, pero ahi no termina la historia. Antes de llegar a Milán empece a sentir un dolor en una muela que si bien estaba medio sentenciada por mi dentista meses antes, había logrado pasar el sabático sin hacerse notar. Esta vez se despertó con contundencia para hacerme saber que la visita al dentista no daba espera ni siquiera de unas pocas horas.
Llegue al hotel desesperado del dolor, llamé a mi servicio de salud que amablemente me confirmó que ellos asumian el pago pero que desafortunadamente no conocían dentistas en Milán y que, por lo tanto, estaba a la deriva en el extranjero, en Italiano, un 30 de Diciembre y con pocas probabilidades de que alguién me pudiera ayudar.
Así que decidí tragarme la verguenza y le escribí a Gianluca que estaba ya esquiando en familia en el norte para contarle mi penosa situación. Me dijo que su dentista era una alternativa pero que dudaba que estuviera el fin de año en Milán pero que ya se ponía en la tarea de ayudarme y que no me preocupara, me iba a encontrar una solución. El chat siguiente, minutos después, fué para mandarme las drogas que su dentista le había sugerido para manejar el dolor. La última llamada de la noche para contarme que había hablado con un cliente que era socio de clinicas dentales y que estaban tratando de encontrar dentista para el día siguiente.
El 31 de Diciembre a las 10 am estuve sentado en frente de quien me haría el procedimiento. A las 8 Gianluca me había escrito para contarme que todo estaba arreglado y para darme las instrucciones de llegada. Algún día les contaré la parte clínica del asunto y el dolor tan $%#&/, pero el procedimiento salió perfecto y para rematar a la hora de pagar, me dijeron que no debía nada: Gianluca había arreglado todo. En la clínica me dijeron literalmente “un amigo de Gianluca es un amigo nuestro”.
El 31 en la noche, ya sin muela y con el dolor controlado, estuve celebrando este año fantástico con una reflexión que se la debo toda a Raisoni:
Realmente, sobre todo aquellos que hemos decidido hacer una carrera profesional en servicios, estamos para servir. Es desde ahí que nos ganamos una posición en el mercado, una reputación, una forma de vida digna y nuestra permanencia en un negocio. Pero hay gente dispuesta a ir mas allá, a estar en la jugada, a fijarse en los detalles asegurándose que aquellos que nos necesitan realmente la pasen bien. Cuando esa actitud se interioriza como parte de nuestra forma de ser, se convierte en hábito y se vuelve parte de una forma auténtica de relacionarse con la vida, claramente también con nuestros clientes, el éxito y la viabilidad en el tiempo está garantizada.
No me cabe duda de que Gianluca es un consultor de talla mundial. Si hace lo que hizo con un desconocido no me quiero imaginar lo que hará por sus clientes. En Raisoni se nota que ha pasado esa etapa en donde algo, que seguramente era innato en él, lo ha convertido en parte de su sello personal. Que gran aprendizaje para todos aquellos que trabajamos en servicios y en donde nos jugamos nuestra credibilidad con la última ejecución. La clave está en que realmente nos importe!.
El efecto Raisoni en consultoría de talento supone hacer énfasis, interiorizar y volver hábito, algunos elementos que por momentos podriamos olvidar y que son la esencia misma de nuestra profesión cuando realmente queremos ser relevantes y tener total coherencia Algunas reflexiones: