L as redes sociales han apalancado iniciativas increíbles de todo tipo. Movimientos de indignados; protestas colectivas que han derrocado a más de un tirano; colectas masivas que han movilizado millones de dólares para atender catástrofes; campañas sociales para salvar al planeta y más de una que otra iniciativa particular para encontrar un cachorro, o a un amigo olvidado.
Las redes, como lo ha probado Facebook, ha reducido los eslabones de contacto con cualquier persona de planeta a unos pocos pasos, y aunque se ha colado una que otra iniciativa perversa utilizada por sociópatas para atraer a incautos, las más de las veces ha sido bien utilizada para hacer masiva una iniciativa, idea o interés que en segundos se vuelve pasión colectiva.
Últimamente ha dado pie, también, a que la creatividad de los seres humanos potencie alternativas para socializar la marca personal, la experiencia y el talento, con el objetivo, porque no, de encontrar empleo.
Raul Calabria, un periodista catalán desempleado, transformó su curriculum de papel en una caja de leche en el que contaba sus habilidades creativas. Lo subió a la red y de la noche a la mañana transformó su idea en un video que se volvió viral llamando la atención de periódicos y canales de televisión que replicaron entonces su historia hasta hacerla un caso icónico del mercadeo de redes que en poco tiempo logró su objetivo: David fue contratado por sus habilidades para comunicar.
La historia de Michiel Das es parecida. Imprimió tres sencillas tarjetas con sus datos de contacto y unas instrucciones precisas: que quien las recibiera no las guardara sino que se las diera a algún conocido. Michiel, además, consiguió involucrar a cada receptor en su proyecto al instarles a que se pusieran en contacto con él para poder realizar el seguimiento del viaje que habían emprendido sus tarjetas.
En una estrategia de networking sin precedentes, sus tres tarjetas tomaron caminos bien distintos, saltando de un punto a otro del territorio español. Las tarjetas llegaron finalmente a la persona interesada, y a raíz del eco mediático generado, las llamadas interesándose por contratar a la persona que había detrás de aquella idea no se hicieron esperar: Michel consiguió trabajo.
Enzo Vizcaino fue todavía más arriesgado. Decidió componer un canción-curriculum, se subió al metro de Barcelona con su ukelele, grabo su actuación , subió la original versión de su talento a las redes, y la viralidad de su idea, en un típico caso de marketing de guerrillas, llegó a oídos de La Sexta que decidió contratarlo: Hoy Enzo tiene trabajo.
David Heredia decidió hacer lo mismo pero con un toque adicional de humor, de genialidad si se quiere. Grabó un video con sus tres abuelos hablando de él. La ternura y sinceridad de sus ancestros sobre las calidades y talento del joven despertaron el interés de más de una empresa. La oferta no se hizo esperar: Hoy David Heredia tiene trabajo.
Las redes son de lejos la mejor plataforma para vender un concepto, una idea así esta sea la venta de la marca personal. Así como han dado al traste, también, con el honor y el buen nombre de unos pocos, la realidad es que una vez más prueban que a veces un poco de humor, de creatividad y una importante dosis de riesgo son muchas veces lo único que se necesita para darse a conocer, para destacarse del montón. No se pierdan los videos, son Geniales!.