Uno de los grandes rezagos nuestros, con el perdón del sector corporativo Colombiano, es la estructura y el modo de operación de sus juntas directivas. Si miramos en detalle la constitución de una buena parte de nuestras juntas – con pocas honrosas excepciones- su estructura obedece todavía a amiguismos y cercanías personales, y no necesariamente a una alineación de especialistas que construyan, defiendan y reten la estrategia de la organización.
Las organizaciones que ya han madurado su proceso de elección, combinan una serie de mejores prácticas que sin duda invitan a la reflexión. La junta, como órgano supremo, es el oráculo permanente de consulta y revisión de la estrategia; debe tener integrantes que no solo avalen y controlen la gestión, sino que la reten constantemente, con las implicaciones que en conocimiento, dedicación y estudio esto conlleva. Son los vigías de la gestión del CEO, los guardianes de la cultura y los valores internos, y los directores técnicos de la estructura de talento de primer nivel.
Son pocas las empresas que en Colombia se han preocupado por este tema y que cuentan con una metodología establecida para reclutar miembros. Son pocas las que tienen normas y requisitos de ingreso y casi nulas las que cuentan con requisitos de salida, teniendo en muchos casos que tolerar miembros que se eternizan en sus deficiencias, sin abrir campo a talento idóneo acorde con las muy veloces demandas del mercado. Casi ninguna cuenta con metodologías de evaluación de gestión de la junta como un todo y de sus miembros individualmente y solo excepcionalmente las encontramos entregándoles roles adicionales a sus miembros en comités especializados (Financiero, ventas, recursos humanos, etc.)
Ni que hablar del tema de compensación de sus miembros. Pareciera que el hecho de nominar a alguien a una Junta Directiva, la revistiera de honores superlativos que inhiben que el tema de compensación se toque admitiendo pobreza por no decir tacañería en sus honorarios. En Colombia en general los miembros de junta son muy mal pagos, se les asignan honorarios ridículos frente al tiempo invertido que entre otras están muy lejos de mitigar el riesgo legal que va implícito en la aceptación del rol.
En momentos en que el país enfrenta cambios drásticos que van a afectar sin duda el futuro de sus organizaciones y por que no, incluso su viabilidad, la estrategia que se adopte va a ser definitiva para garantizar el rumbo de sus organizaciones, su supervivencia y su crecimiento. La llegada de empresas maduras que han puesto sus ojos en el país, la adquisición masiva de empresas locales por parte de extranjeras, los TLC, en fin, la dinámica a la que nos vemos enfrentados y que nos anuncian los medios a diario, nos deberían estar poniendo en guardia forzándonos a repensar la estrategia de Gobierno Corporativo.
Una Junta Equilibrada, compuesta por miembros experimentados y sobre todo especializados en áreas de conocimiento requeridas en la estrategia, participes en comités que maduren las propuestas analizadas y que cuentes con información previa e idónea que les permitan hacer diagnósticos profundos, serán la clave del desempeño futuro de gran parte de nuestro sector productivo.
Atraer el mejor talento, informarlo adecuadamente, compensarlo como se debe y evaluar su gestión con consistencia, serán críticos no sólo en las grandes empresas sino sobre todo en el Universo de empresas familiares que es donde generalmente las prácticas de gobierno corporativo son mas pobres y donde por diversas razones hay generalmente mayor fragilidad frente a la amenaza de empresas entrantes.