Jenny tiene los ojos negros y alegres que sabe acompañar con una permanente sonrisa que dice haber heredado de su abuela. Tiene la tez morena, unos marcados rasgos indígenas y una energía que le brota por todas partes a pesar de su corta estatura.
Jenny fue hija de la violencia, la de la Macarena; territorio que el país apenas reconquista de las Farc gracias a nuestras fuerzas armadas que hoy siguen instaladas en tal vez uno de los sitios mas hermosos de nuestro territorio, y que hemos ganado los Colombianos para el turismo, ese que Jenny adoptó ahora como oficio permanente. Ella conoce cada rincón de Caño Cristales, sin duda una de las maravillas del mundo, belleza Colombiana de exportación al igual que la sonrisa de Jenny que sabe alegrar con su compañía las largas caminatas por los más de 18kms que tiene este poema de colores que se ha grabado en el agua Colombiana.
A la Macarena se llega hoy en vuelo directo de Satena a sólo una hora de Bogotá. Este pequeño pueblo (caserío para ser justos), recibe hoy cerca de 8.000 turistas al año (4.000 de los cuales son extranjeros – mucho Japonés cuenta Jenny) y ha empezado poco a poco a olvidar el pasado de Narcotráfico que sembró en la zona el mono Jojoy que vivió varios años alli (buen gusto si tenía), sometiendo y secuestrando a toda una población que durante muchos años sólo aprendió ese oficio.
Fuera de nuestras fuerzas militares, en la zona todavía no se ve el Estado: Por ninguna parte. No ha llegado la famosa consolidación, termino que tanto se usa hoy en la jerga Gobiernista para describir el montaje de algunos servicios básicos en zonas antes inasequibles por ser territorio en guerra. La Macarena, aún, no tiene electricidad (con todo y que se llevaron al Príncipe); viven de una planta vieja que se apaga de cuando en vez y que por supuesto asusta a algunos de los foráneos que se sirven de una hotelería todavía precaria y de unos cuantos espíritus que rondan las noches llaneras.
En Enero llegará la luz, nos contó el General Rojas con mucha esperanza. Las carreteras son simplemente un espejismo, trochas que lo ponen a uno a 4 horas de San Vicente del Caguan por que por el otro lado habría que acudir a trochas hechas por la Guerrilla. Educación, la del Principe que se fue en corbata, por que los niños de la zona todavía caminan horas para asistir a un remedo de escuela.
Lo que si se vive en la zona, con una fuerza que hincha el pecho, es un amor de nuestra fuerzas militares por esa tierra que fue de nadie, y que hoy ya nos pertenece a todos. En la Macarena se formó la FUDRA (Fuerzas de Despliegue Rápido) que junto a los batallones móviles que tomaron la Macarena de sede, lograron que los 15.000 hombres que las FARC movía hacia cundinamarca tuvieran que recular.
En La Macarena se siente el amor de nuestros soldados por la bandera, por su oficio, orgullosos de un sacrificio que aveces pareciera no reconocemos, pero que es la vida de esos muchachos que a diario se siguen entrenando para limpiar nuestro territorio de esas lágrimas que dejó la violencia, que dejó el narcotráfico, pero que sobre todo dejó la falta de Estado que por allá todavía, la verdad, no está presente sino para llevar Príncipes.