Alfonso Gomez, Presidente de Telefónica en Colombia, me contaba recientemente como la crisis le había revelado de alguna manera, su capacidad para liderar equipos con éxito. Fue en la liquidación de Telecom, etapa en la que sobrevivió a los más variados riesgos, cuando sintió como nunca en su vida gerencial, que tenía la capacidad para motivar a su grupo hacia la conquista de una meta superior. La crisis fue no sólo la excusa para construir un equipo ganador, fue sin duda tambien, el escenario propicio para ejecutar obsesivamente.
Y es que las crisis, me decía él, tienen la bondad, al no dar opciones, de enfocar al equipo, de sacar a flote la creatividad, y de ejecutar obsesivamente hasta el cumplimiento de una meta.
De alguna manera me avaló la teoría de que las organizaciones son de alguna manera más fáciles de motivar cuando están en crisis por que despiertan cada uno de nuestros sentidos, estimulan cada neurona al cumplimiento de una meta, y nos comprometen con causas superiores: El triunfo o la muerte.
Le pregunté entonces que de que herramientas echaba mano en épocas de aguas mansas para mantener el enfoque y la motivación del equipo, y la respuesta fue la de tener la capacidad, desarrollada casi que a nivel de un arte, el inocular crisis permanentes en el equipo como herramienta de batalla.
Gomez ha tenido la ventaja de liderar una empresa, que inmersa en el mercado de las comunicaciones , simplemente no puede abstraerse de la tensión creativa y de ejecución de un mundo cambiante como pocos. Sin embargo, dependen sin duda hoy de la participación activa en eco sistemas que ellos mismos han ayudado a crear, para mantenerse vigentes: Wayra, Campus Party, etc, son sólo algunas de las iniciativas en donde mantienen vigente la teoría de construirse opciones futuras en una industria en donde hoy, un estudiante puede perfectamente desde su computador cambiar las reglas del juego para siempre.
La pregunta de fondo es si debemos de alguna manera forzar escenarios de crisis para crear estados de urgencia, o si debemos esperar a que sean las circunstancias, las que al final, de todas maneras nos reten como organización.
Las crisis tienen en general varias ventajas:
– Alguien surge casi que de manera natural a asumir el rol de líder. Simplemente no se puede dejar el barco a la deriva, y casi que por selección natural, hay al final un elegido a comandar la situación.
-Lo segundo es que se genera un sentido de urgencia que activa todos los sentidos, potencia la inteligencia colectiva y genera planes de acción en donde la única opción es generar resultados (que es algo en donde en general somos bien laxos cuando las aguas están tranquilas).
– Lo tercero es que es sin duda una palanca para el cambio, que bien administrada puede ser el inicio de un proyecto de largo plazo en el que se adopten comportamientos útiles a la organización, a veces incluso simplemente salvadores.
Abstraerse como organización de un mundo sin potenciales riesgos es tapar el sol con las dos manos. Ejemplos hay por millones, de que silenciosamente, a su lado, está germinando la semilla de una innovación que cambiará para siempre las reglas del juego de su industria. Va esperar a que llegue? o no será que el alimentar una crisis le puede generar la defensa apropiada?,…creo que vale la pena intentarlo!!