Que el mundo esté en un proceso de cambio dramático y acelerado es una realidad que no se discute. La humanidad observa sorprendida cambios enormes de las variables que hasta el momento determinaron nuestra existencia y que hoy, revaluadas, toman caminos alternos a los precedentes para hacer de este un mundo, un ser humano, y una realidad económica diferente simplemente a la imperante que implica un cambio.
A diferencia de algunas generaciones anteriores, tal vez la realidad de cómo este cambio nos afecta, radica en la interconexión (un mundo más pequeño y totalmente interconectado) que hace que una guerra en ucrania, por ejemplo, afecte como nunca las variables macro económicas de todas las economías; una población más móvil que se desplaza con facilidad de un país a otro y que aprendió con la virtualidad a trabajar en remoto; una población más vieja que necesita el soporte de los jóvenes para fondear el sistema pensional y reemplazar su mano de obra; y un modelo tecnológico que se actualiza a diario y que cambia las variables de la economía desafiando la necesidad de aprender las nuevas reglas constantemente.
Se me escaparán varias, pero al final la conclusión es la misma: el sistema está retado, el cambio es una constante y las capacidades individuales hoy requeridas para sobre aguar bajo este modelo son otras y pone en alerta a todo el estamento productivo que si o si tiene que habilitar con creatividad procesos que los defienda del ritmo frenético con que todo esto está sucediendo.
Mientras escribo este artículo Chat GPT se pelea con la nueva aplicación de AI de Bing por un público que tendrá a partir de ahora la capacidad de co-crear, en todos los ámbitos, incluyendo los artísticos (destreza supuestamente reservado al hombre), con máquinas con capacidad de pensar. El sector universitario, el tradicional, hoy está sentado en comités de todo tipo analizando cómo se le dá espacio a esta tecnología para que sus alumnos no se “aperecen” sino que se apalanquen para construir ciencia, tecnología y conocimiento.
Con este telón de fondo, y con mucho de razón, veo un estamento profesional inquieto, asustado, y francamente muchas veces perdido frente a cómo sortear la turbulencia para construir una vida profesional y económica viable a la vez que se enfrenta a un sector productivo que dá muchas veces palos de ciego frente a como blindar su futuro y, de alguna manera, su propia subsistencia.
Las noticias de despidos son enormes, sobre todo de las empresas tecnológicas que hasta hace poco, y después de la pandemia, estaban contratando a dos manos para manejar el veloz crecimiento de la demanda. Pues bien, parece que calcularon mal y ahora como acordeon vallenato se desinflan porque tuvieron errores en sus estimativos. Más de 60.000 despidos en pocos meses (y hablamos de las amazon y facebook de este mundo) que aterrorizan la psiquis colectiva que primero no entiende, y luego, se ponen en fila india esperando que la guillotina pase por su lado.
Que dificil sortear este universo. que dificil ser jóven saliendo al mercado, que más dificil ser maduro dudando de sus capacidades y qué enredado ser empresa que además tiene que agregar los vaivenes políticos de sus propios paises que, francamente, no ayudan. Ni para que hablar del mio, Colombia, que da mensajes encontrados todos los dias y que tiene contra las cuerdas a todas y cada una de las Juntas Directivas que hoy no saben si invertir o ser cautos.
Tal vez para resumir, y frente a lo que a mi me toca que es conversar a diario con juntas, ejecutivos y profesionales, lo que veo es una gran confusión que claramente no tiene una facil solución, pero que tiene en el centro del análisis una pregunta central que ayuda a despejar el accionar: ¿Cuál es mi propósito?.
Yo sé, suena a jerga barata de consultoría, pero atiendo a diario a profesionales extraordinari@s, que en medio de la tensión que provocó este desbarajuste, activan sus iniciativas de cambio sin tener en cuenta que en el centro, la médula, la brújula de este proceso, la deberían dictar sus iniciativas de propósito.
Los ejercicios de coaching sirven para diagnosticar, sirven para hacer benchmark profesional, sirven para mirar empleabilidad, y sirven, cuando están bien acompañados para entender cual camino tomar que rentabilice la inversión en tiempo y dinero y de esta manera ayude a abrir las puertas correctas. El tema de fondo, sin embargo, es que tal y cómo el conejo le decía a alicia, cualquier camino es viable cuando no se conoce el punto de destino. El propósito ES el punto de destino. Es precisamente la meta deseada. Es el punto en el horizonte que determina los recursos, el tiempo, pero sobre todo las alternativas a escoger cuando se tienen metas de largo plazo.
Es también el propósito la herramienta sobre la cual se fundamentan nuestra luchas. Una discusión interna, una renuncia, una aceptación de una oferta, una renegociación de ubicación, un sabático, estudios para construir una nueva capacidad, una conversación con nuestra pareja sobre una alternativa, un emprendimiento..en fin, el plan general de nuestra vida laboral puede que por momentos tome carreteras destapadas pero hace sentido si la meta final está clara.
Cómo es de dificil, cómo es de superficial, cómo es de riesgoso y cómo es de temporal una decisión tomada al calor de las circunstancias sin que la pasemos por el tamiz del propósito. Dejarnos llevar por el momento sin decantarlo por nuestro sistema de valores y sin que estos estén alineados con una meta propia no solo es un grave error, sino que he probado con la experiencia que drena la energía y, es en general el mayor productor de equivocaciones de carrera.
La vida, creo, ofrece hoy mayores alternativas en lo laboral, pero sin duda es más compleja. La habilidades analíticas se hacen más necesarias. Cada día es más complicado apoyarse únicamente en nuestro instinto y nuestro sistema de creencias. Estas a diario están retadas y su solidez depende de que estemos alerta y tengamos la humildad para revisarlas. El mensaje final sinembargo es que al final el camino escogido, que tendrá mil y un obstáculos se hace más fácil, más divertido, y muchas veces se llega más rápido cuando hay claridad de hacia donde vamos y defendemos la ruta con cada poro de nuestra piel.