“La vida, a veces, te lanza unas ventanas de oportunidad que necesitas cosechar. Se abren y cierran con rapidez. Por eso se necesita lucidez para verlas, valor para tomarlas y en el mejor de los casos (fue el mío), el mejor partner de vida para lanzarse a un camino sin agenda del que solo se puede regresar aprendiendo miles de cosas nuevas. Tengo tatuado este año en el alma: nunca lo olvidaré. Compartirlo con otros se vuelve parte importante de mi propósito personal: valió la pena cada segundo.” Pablo A Londoño
Regreso. Después de casi un año de travesía sin agenda por el mundo que me llevó a varios continentes, numerosos paises y a tener en mi dosier miles de historias maravillosas que contar, vuelvo recargado lleno de aprendizajes. Tal vez a eso me fuí. Los viajes generalmente son una excusa para encontrarnos con nosotros mismos, lo que somos, lo que queremos ser, lo que queremos cambiar y en mi caso,..en el nuestro, a eso nos fuimos: a pensar.
No hay mejor manera de hacerlo,creo. A mi edad, y con mi peso (como diría mi madre), se muy bien lo que ya no quiero pero sigo abierto a la experiencia de cosas nuevas y la vida, tal cual la tenía diseñada, de alguna manera nos estaba tallando, y no por mala, era maravillosa, sino por que había sido nutrida de miles de parámetros, unos propios, unos que hacen parte simplemente de un sistema que compramos o que heredamos, que por lo menos, necesitabamos revaluar.
Termino el año leyendo un libro maravilloso: “Como ser un Estoico” de Massimo Pigliucci, lectura super recomendada. Llegó a mi como llegan mil cosas en la vida, por puro azar. Un libro de filosofía que como colofón de esta experiencia vital de poder vivir alejado y sin agenda, me ha permitido revisar lo aprendido, revisar las vivencias, subrayar con tinta indeleble algunos sitios, algunas personas, algunos olores, más de un atardecer y muchas, muchas risas compartidas con el amor de mi vida para darme cuenta, ahora que repaso, que la decisión fue acertada y que llegó lleno de aprendizajes de vida.
La historia del por qué lo hice ya la conté, el cómo es tal vez más impulsivo, como a veces surgen las mejores decisiones de vida. Mi aniversario de matrimonio número treinta, una playa idílica cerca de cartagena, un buen vino blanco, mi hija haciendo su maestría por fuera, mi hijo ya graduado con nuevo trabajo en Medellín como arquitecto, nido vacío y unos ahorros en el banco (no tantos como la gente creería que se necesitan).
Al mismo tiempo, las famósas trampas del destino cuando de realizar sueños se trata: una carrera profesional en el pico (eso cree uno), las dificultades de negociar la ausencia (con socios y mercado); la forma en cómo asumimos utilizará la competencia la ausencia frente a los clientes (siempre las usan); las deudas (siempre hay una); la familia y las implicaciones de estar lejos; la salud,..en fin, si de “disculpas” nos queremos llenar, la lista puede ser interminable. Al final como casi todo en la vida somos nosotros los mayores enemigos para realizar los sueños y la pelea grande era con eso demonio al que Tim Gallawey, el gran coach, llama “mi otro yo”,encargado siempre del auto saboteo.
Al final vencimos y hablo en plural porque en mi caso el partner fue clave para, de la mano, dar el salto al vacío, y simplemente lanzarse en paracaidas a la aventura de sentir el viento en la cara sin otra preocupación que disfrutarlo, una vez uno supera el miedo inicial, para preocuparse solamente de que en algún momento el paracaidas abra y permita, ahí sí, en silencio, disfrutar el paisaje.
De la mano de Epicteto, el gran estoico elegido por Pigliucci para compartir esta filosofía, pero sobre todo de miles de horas de reflexión de a pie (mas de 3.000 kms de caminata) estimuladas por una cantidad importante de vino (me guardo el dato para evitar la llamada de AA), vuelvo con varias reflexiones que espero a alguién le puedan servir cuando de hacer un cambio de vida y atreverse se trate. Me perdonan el desorden:
- La vida, como dice la canción, es un ratico y las oportunidades, o se toman, o alguién más las disfrutará por uno. Tuve mil disculpas reales, racionales y de peso para quedarme. Escribiré en un tiempo seguramente sobre “las consecuencias de haber estado lejos”, pero por ahora, no puedo sino afirmar, sin duda, que acabo de vivir tal vez el mejor año de mi vida. Curiosamente hace veinte, en Boston, otro acto de esos de intrépida lucidez nos hizo dejarlo todo, vender todo, e invertirlo en una maestría (ya teníamos los dos hijos). Volvimos con una mano adelante y otra atrás pero felices, recargados, y llenos de confianza para asumir una vida que pronto volvió a plantearnos caminos. A veces, un poco de locura, esa que le cree a la intuición, resulta ser una soga de salvación.
- Nos hemos fabricado en general, una vida muy normada. No voy a hacer de esto un tratado sociológico que también lo he pensado pero, creo que, Colombia, a diferencia incluso de algunos paises vecinos que si tuvieron migración, se encerró, mirándose al ombligo, cerrando las puertas a la diferencia, luego matándola, y llenándose de miedo a construir una cultura propia de la que estemos orgullosos. Salvo tal vez por la selección de futbol, y esporádicamente uno que otro artista o deportista, nada nos une. No hay elementos culturales que aglutinen. Somo vergonzantes de nuestro apellido de Colombianos y tal vez por eso, somos líderes en vivir como en la película “la vida de los otros” llenándonos de parámetros importados sin dedicarle un segundo a pensar los propios. Sin excepción recorrimos culturas, algunas muy sufridas, pero con un sello de orgullo nacional que en muchos casos hacen que tengan una agenda propia y común de cara al futuro. Tener agenda propia y defenderla a muerte le da un sentido diferente a la existencia.
- En parte por lo anterior, en parte del miedo de vivir (soy parte de esa generación sánduche que en Colombia,creo, no ha estado a la altura), o de lo cómodo de hacerlo una vez se construye estabilidad; nos llenamos de argumentos para proteger un esquema de vida protegido por una endogamia enfermiza, pequeña, atemorizada, de mutuo elogio, de exclusión de la diferencia, sectaria,masculina y que ha defendido “valores” que en otras partes del mundo se revaluaron hace mucho, mucho rato. Termina siendo una vida de ideas chicas, con camisas de fuerza y en apartamentos grandes como gran aspiración como solución a no tener que salir por tráfico e inseguridad. El sabático me mostró que la vida sucede afuera de la casa. Las ciudades son para el ciudadano, los caminos para los peatones no para los carros, la movilidad pública está pensada para todos, el carro es un lujo de poco uso, y las bicicletas y patinetas inundan calles en donde en los cafés se alienta el debate público y el enfrentamiento de las ideas. Como es de rico tener ciudad, caminos y parques donde estar y como se revalua el tamaño del activo, se agradece la diversidad de la compañía y sus conversaciones cuando se respira aire!.
- Nos damos mucha importancia. Esta es otra gran enseñanza. Cremos ilusamente en nuestra relevancia, en lo imprescindibles que podemos ser, para alguien, para algo, cuando la distancia nos pone el lente real de que no lo somos, de que somos reemplazables, de que nos olvidan rápido y así mismo nos sustituyen y de que solo desde el aporte real, genuino y constante de valor podemos construir una vida profesional y afectiva en donde seamos importantes. Hoy hay formas remotas de mantener los lazos cerca, los ensayé y funcionan. Operan a voluntad y por tanto está en nosotros construirlos o cortarlos. La delicia de estar afuera también incluye la del anonimato, el saberse alejar, el ser igual a los demás, el no construir desde el poder o el ego.
- Esto último lo entendí en Lipari al norte de Sicilia. Alquilamos una casita muy pequeña con vista al mar en mala época (no vayan en noviembre a las eolias:error). Tuvimos sin embargo la suerte de tener como vecino a Nino, el papá de nuestra arrendadora. Con 86 años, unos bigotes que le copió a Dalí y la energía de un quinceañero, este campesino Siciliano se dedica a cultivar un jardin hermoso vecino a su casa lleno de frutas, de vides (hace su propio vino) y a alimentar a todos los gatos de la región. Nos invitó a almorzar con su señora, su hija, un amigo pescador y no ahorró en atenciones ni en recetas, todas de su creación que incluyen todos los “antipasti”,”Piatti” y “dolci” italianos bañados de buen vino casero, de humor, pero sobre todo de inmensa generosidad. No puedo decir sino que en todas partes encontramos gente linda, generosa, servicial, con ganas de hacer amigos, con ánimo de ayudar. Como nos cuesta esto a nosotros cuando operamos desde la “diferencia” e imponemos nuestros preceptos no?.
- Evidencia irrefutable: el mundo es espectacular y nosotros muy jóvenes (hablo del país por supuesto). Así de simple.No nos cansamos de ver paisajes, atardeceres, mares de mil colores, monumentos espectaculares, arquitectura cuidada y enaltecida como testimonio de una historia dificil, compleja, cruel, que vivió miles de años antes que nos descubrieran pero que dejó con sangre y dolor obras de incalculable valor que nosotros no tenemos. Nuestra Colombia es un país que tiene siglos de atraso, mentalidad de quinceañero/a, “todo el potencial” sobre todo en un mundo que valora cada día más los paisajes lindos y la gente buena, pero a la que hay que darle norte sobre todo en lo que significa una idea de estado y una cultura propia. Nos quedan todavía muchos esfuerzos por hacer: estamos empezando y SI tenemos,todos, responsabilidad directa en el proceso de cambio.La ciudadanía se ejerce y no solamente con el voto.
- Una nota final para Liliana, mi esposa, mi amor, y compañera en este proyecto. Los que nos conocen saben que somos unidad sellada, amor a primera vista hace treinta y cinco años y compañeros inseparables. Los pesimistas vaticinaban dificultades en compartir tanto por tanto tiempo: nos quedó faltando. Cuando hay complicidad, en el sentido amplio de la palabra, amor, humor, y una baraja de tute, estar juntos es en si mismo una ganancia y por momentos, la rutina distrae estos planes. No tengo sino gratitud. Estoy orgulloso de lo que somos, orgulloso de lo que hicimos y bendecido de tenerte. Una suerte inmensa la mia recorrer mundo y compartir vida de tu mano.
Lamento el desorden de ideas. Prometo no cambiar. Es parte estructural de quien soy sobre todo después de tener tanto tiempo para eso: pensar en desorden, dejarme sorprender por un mundo gigante y espectacular que me permitió ver en colores las maravillas que tiene para compartir.
Un sabático es un trabajo en si mismo. Se disfruta mucho su planeación, se vive al tope, y se llora su pérdida. Queda siempre esa maravillosa nostalgia de los momentos bien vividos, de los caminos recorridos, de las mil y una carcajadas, del portugues y el italiano a medio hacer, de los libros que todavía están ahí, en el anaquel, pendientes de una ojeada, de las noches con estrellas y luna llena y de ese viento frio de invierno en la cara que nos recuerda la delicia de estar vivo. Que rico volver, lleno de fé en los proyectos nuevos y en el reencuentro con todo lo otro y otros que amo.