“En tiempos de cambio, quienes estén abiertos al aprendizaje se adueñarán del futuro, mientras que aquellos que creen saberlo todo estarán bien equipados para un mundo que ya no existe”. (Eric Hoffer)
Ayer,21 de junio, se celebró en el hemisferio norte el día más largo del año. En Paris, ciudad en donde estoy, institucionalizaron desde hace tiempo lo que ellos llaman ” La Fete de la Musique” (la fiesta de la música), que es una buena disculpa para que la gente celebre la llegada oficial del verano con musica en parques, en bares, en las esquinas, en las iglesias, en el rio. Música de todo género: rock en las iglesias, clásica en los museos, folk y pop en los parques, oriental en las tullerías, jazz en las plazas y electrónica, mucha electrónica en cada esquina invitando a la gente, sobre todo a los jóvenes a celebrar con música y baile el cambio de estación.
Es una fiesta increible la verdad. Miles y miles de personas que se juntan a bailar, a tomar cerveza en la calle, a saltar. Es un carnaval de buena onda, que dura hasta las primeras horas del nuevo día y que deja mucho mugre que logran limpiar rápido (es como si todo cambio necesariamente dejara siempre mucho mugre), pero sobre todo en el piso, regada, queda una cantidad de adrenalina reprimida que necesitaba ser liberada para entrar liviano a la nueva estación con ánimos renovados.
No tenemos este tipo de fiesta en Colombia. Tal vez los carnavales en algunas ciudades dándole la bienvenida al nuevo año. Y pénsandolo bien, como es de necesario institucionalizar una fiesta al cambio. A limpiar el alma, a votar la adrenalina, a emborrachar los miedos, las culpas, los odios y dar la bienvenida con ánimo renovado y sin rencores a quienes se atreven a proponerlo así este cambio sea uno drástico como lo es el verano que esta vez en europa apareció más temprano que nunca con olas de calor que, necesariamente, pone de nuevo en la agenda el tema del cambio climático.
Tal vez por eso los paises del hemisferio norte y sur,nos lleven algo de ventaja. Cada cuatro meses cambian de ánimo con el clima, cambian su vestimenta, su forma de transporte, su maquillaje, mientras en el trópico nos debatimos siempre entre extremos de lluvia y calor evitando el tener que planear la siguiente estación inmersos en una cultura en donde proponer se hace tan dificil, retar tan peligroso y cambiar o liderar un cambio casi que imposible.
Las malas noticias es que al margen de este nuevo cambio político que llegó sin duda como opción de alternancia que esperamos todos funcione bien, el cambio como tal es una variable que es mejor que empecemos a tener en nuestra agenda por que es real, es constante, y hoy a nivel global tiene retadas las instituciones, las empresas, los modelos de liderazgo y casi sin excepción todos los modelos de negocio.
Vivir anclado en el pasado negándose a reaccionar, a adaptarnos, a modificar los hábitos no solo es irreal, y contra natura: es poco inteligente. Pelear contra la inercia enorme que trae el cambio, anclados a valores del pasado y a modelos anquilosados,es tan inutil como los esfuerzos de Sisifo por volver a empujar la roca.
Inteligente claro hacer auditoría, control, análisis permanente contando siempre con el mejor talento para procurar que las decisiones estén a tono con lo prometido, pero sobre todo con las realidades que demanda el momento. Todos los cambios, aun los más anciados llevan consigo cierta melancolía dijo Anatole France, usualmente incluso conllevan dolor, pero casi siempre son más un acto sensato de evolución y de inteligencia. Nada más peligroso que anclarse en el pasado y pretender que las cosas sean diferentes sin hacer nada diferente..