“la dramaturgia es como la vida, solo que sin las partes aburridas” – Alfred Hitchcock
Una de las grandes verdades de la vida moderna es que, a diferencia de lo que sucedía con nuestros mayores de la Generación Silenciosa y de los Baby Boomers que traían dentro de su escala de valores el hacer parte de una empresa o dos máximo durante su vida laboral activa, hoy la realidad laboral nos mueve frecuentemente.
Datos recientes publicados por el Buro de estadísticas laborales calcula que actualmente se tienen en promedio diez empleos antes de los cuarenta, y Forrester Research predice entre doce y quince empleos para las nuevas generaciones.
Lo anterior tenderá a moverse hacia arriba drásticamente en la medida en que la entrada de la inteligencia artificial y de la robótica entren en vigor plenamente, acabando de tajo con cierto tipo de ocupaciones lo cual introducirá en forma lo que en Davos se ha dado en llamar la fractura laboral que tendrá profundas consecuencias en el quehacer del ser humano.
Al margen de esa a veces cruel y compleja realidad del mercado que deja a veces sin aviso a la gente sin trabajo, no se nos puede tampoco olvidar de otra parte, que de acuerdo con estudios de Deloitte 80% de la gente está aburrida en su actual empleo. Francamente creo que la estadística fue tomada en tiempos de crisis y puede ser algo pesimista, pero no dista mucho de la realidad: La mayor parte de la gente no siente que su trabajo este aportando a la construcción de su propia leyenda y creo que al final, de esto se trata.
Todos hemos idealizado una carrera con réditos en aprendizaje, aporte y reconocimiento, que no sólo nos permita construir una vida digna y porque no algo de patrimonio, pero que sobre todo tenga un sentido más allá de nosotros mismos dejando ese legado, ese pequeño aporte vital que sin excepción todos queremos dejar en nuestras vidas.
Y la verdad es que si revisáramos con cuidado, con mucho cuidado nuestra experiencia laboral, todos tenemos sin excepción una interesante historia para contar. Algunas biografías están llenas de anécdotas y logros; otras de creatividad e ideas; no pocas de momentos cumbres y excepcionales así hayan sido eso, momentos; y otras, las de los jóvenes, apenas una gran página en blanco con un gran título y un guion en borrador que intuye una apasionante historia todavía por escribir.
A pesar de lo anterior por alguna razón que bien no entiendo, tendemos a minimizar nuestra historia. Puede ser de pronto que en esta era, la de los grandes medios y de las redes sociales, nos comparamos permanentemente con las proezas de los famosos minimizando las nuestras.
Me sorprende cómo, en las miles de interacciones que tengo como reclutador, la gente hace tan poco énfasis en su historia, sus habilidades, sus logros y sus anhelos, quedándose en lugares comunes que los etiqueta como genéricos en un mundo en donde tenemos todas las herramientas para contar nuestra historia en colores.
¿Qué pasaría entonces si le dicen que existe una herramienta que le permite hechizar en pocos minutos al lector de su curriculum vitae y que puede llegar a garantizarle una entrevista para ese trabajo con el que tanto ha soñado?. No es nada nuevo, se trata de algo que venimos usando desde la época de las cavernas, se llama storytelling o el arte de contar historias. Lo novedoso es que hoy en día se está utilizando en los negocios y puede convertirse en esa fórmula mágica para que su hoja de vida logre el impacto deseado.
Tal vez el precursor de la modalidad en el mundo laboral fue Matthew Epstein que en el 2011 a sus 24 años lanzó una campaña para conseguir trabajo llamada googlepleasehireme.com. En esta ponía en evidencia su creatividad, su humor y su autenticidad. Si bien Epstein no logró el trabajo en Google, su medio millón de visitas en Youtube en 3 semanas le abrieron camino para emplearse en SigFig, un emprendimiento de San Francisco.
A Epstein lo han seguido miles (les recomiendo las de Raul Calabria, Michiel Das y Enzo Vizcaino) que con increíbles dosis de creatividad y talento captan la historia de su interlocutor destacándose de la masa y robándole tiempo a un empleador que hoy hace un escaneo de segundos de su hoja de vida. El storytelling le permite dejar a un lado la información que no es interesante ni relevante, para contar aquella que resalta su potencial. En pocas palabras, no se trata de explicar qué es lo que ha hecho hasta ahora sino de contar quién es usted.
En Colombia el tema ya tiene expertos. Tal vez la más destacada es Ana María Londoño (https://www.linkedin.com/in/ana-mar%C3%ADa-londo%C3%B1o-96b0b8a1/) una de las más afamadas libretistas del país que ha usado su talento para apoyar a empresas y a candidatos a contar su historia con éxito.
Bien lo dijo el conductor de radio norteamericano Ira Glass: “Las grandes historias le ocurren a aquellos que saben contarlas”, así que anímense a usar el storytelling en su hoja de vida, tal vez sea el empujón que falta para obtener ese trabajo con el que tanto sueña.
PD: Hamburguesologo por hobby les recomiendo el Taller en Usaquén: Está increíble!.