[Tweet “”Prefiero ser odiado por lo que soy, que amado por lo que no soy”-Kurt Cobain”]
A pesar de todas las críticas vigentes sobre la civilización moderna, sobre su inmediatismo, su falta de privacidad, la vulnerabilidad del ser humano y su constante indefensión frente a las redes sociales, la verdad es que soy un abanderado de nuestra civilización y sus avances cuando de dignificar y exaltar el talento se trata.
La historia actual esta llena de ejemplos increibles de cómo el esfuerzo personal, la disciplina y el talento bien encausado, pasan por encima de la política, las estructuras ineficientes, el amiguismo o el anacronismo de estructuras anquilosadas que todavía creen en la “lealtad” como mecanismo de premio.
Hemos pasado de un modelo de empleados a uno de agentes libres;de una promesa de empleo de largo plazo a esquemas por proyectos que premian la construcción de valor;de esquemas jerárquicos a modelos meritocráticos planos; de organizaciones proveedoras a empresas habilitadoras de la construcción de sueños personales.
En este entorno, la marca personal,la identidad del individuo como sello característico único, especial, totalmente individual, toma fuerza y se distancia de un siglo pasado en donde la teoría de masas y la industrialización nos rotularon como un número más,como parte de una cadena de ensamble que partía de un sistema educativo masivo e impersonal.
Somos nuestro propio negocio y usted su único gerente de marca. Para bien o para mal, nunca hemos tenido mayores herramientas a nuestra disposición para construir nuestro producto, para comunicarlo, para entregar nuestros servicios y para fijar un precio por nuestra oferta de valor. Sin embargo, nunca antes hemos tenido tanta competencia.
En este contexto, veo sin embargo que existe una gran confusión, alimentada eventualmente por el poder de las redes sociales, alrededor de la priorización de la comunicación (promoción para usar la 4Ps de Kotler) por encima del producto en si mismo. Una gran cantidad de candidatos o empresas ambulantes que entrevisto a diario quisieran encontrar en su estrategia de comunicación, respuestas a la aparente falta de interés del mercado por su oferta de valor.
Nada, absolutamente nada sustituye la calidad del producto. Por lindo que sea el empaque, por bien que se comunique o se cuente la historia, por cómodo que sea su precio, el consumidor laboral, al igual que cualquier otro, busca siempre el producto perfecto para atender las necesidades estratégicas de su organización.
En este sentido, la gran preocupación del actor laboral del siglo XXI, es la de pulir su oferta, a través de entrenamiento, academia, preparación y experiencias que enriquezcan su capacidad para generar soluciones a empresas inmersas en mercados cada vez más complejos dentro de industrias cada vez más amenazadas.
La gran ventaja, es que la era de la información facilita enormemente el acceso al conocimiento, y sin duda ha acortado los ciclos de aprendizaje. Mejorarnos como “producto” es hoy mas sencillo, pero demanda sin duda la misma disciplina y algo más de enfoque. Lo demás, comunicarlo, sin ser accesorio, siempre caerá de segundo en la escala de prioridades!.