[Tweet “”La Sencillez y Naturalidad son el supremo y último fin de la cultura”-Nietzsche”]
N os llevó mi hijo, o mejor dicho el hecho de que hace algunos meses él hubiera escogido ese país para tener una experiencia académica y de vida nos animó a visitarlo, de otra manera creo que es de esos destinos que por la distancia (26 horas de vuelo) nunca hubiéramos considerado.
La verdad, sin embargo, es que después de habernos recorrido toda la costa este de Australia, que es de paso en donde se ubica el 75% de su población, pasa sin duda a encabezar la lista de países que por su cultura, se gana con sobradas razones los méritos para ser envidiado.
Y no son solo sus bellezas naturales, que le sobran sin duda, con un signo de admiración en mayúscula para la barrera de coral. Lo que es realmente envidiable, para no entrar en la subjetividad de la belleza, es lo que ellos han hecho de su país y de sus riquezas, y lo que han logrado construir como sociedad, en donde ahí si, objetivamente, esta gente nos lleva años, muchos años de diferencia.
Los Australianos han sabido compensar su falta de historia (si quieren ver ruinas, o arquitectura antigua no es el mejor sitio), con un país en donde la diversidad de razas y el respeto por el otro, por su color, su condición, su religión, les permite a los 22MM de habitantes vivir en absluta y total paz, en total consonancia con la naturaleza y dentro de espacios urbanos magníficos diseñados intencionalmente para ser felices.
Melbourne, Sydney, Perth y Adelaida hacen parte de las 10 mejores ciudades del mundo para vivir, listado que encabeza Melbourne por cuarto año consecutivo. Su esperanza de vida es de 80.7 años (la cuarta del mundo), su PIB per capita de US$67M dolares (el nuestro es de US$7,825) y son segundos en el Indice de Desarrollo Humano. Pero aunque las comparaciones son odiosas, y lejos estamos de los Australianos, no es su riqueza lo que me dio envidia.
Lo que realmente se admira de los Australianos, es que viviendo en un paraíso comparable en belleza al nuestro, han logrado como sociedad construir una cultura en donde el sentido de apropiación de lo público, su defensa y su respeto, es casi que una religión nacional. Sabiéndose afortunados de un entorno natural envidiable, construyeron ciudades que lo respetan, diseñadas para caminarlas, para patinarlas, para hacer surf, para disfrutar la playa, para hacer deporte. Definieron valores sociales en donde se ostenta en y de lo público, no en lo privado. Invirtieron como comunidad en hacer que el espacio público, el de todos, fuera amplio, luminoso, arborizado, limpio.
Montaron a su gente, a toda, en transporte público multimodal que funciona perfecto, y que en menos de 30 minutos lo lleva a uno de extremo a extremo de la ciudad, permitiendo entre otras que la gente se acostumbre a caminar y a montar en bicicleta en espacios diseñados para eso y totalmente seguros. Son obsesivos por la limpieza, valor obvio que surge de la necesidad de cuidar lo que es de todos. Así mismo son de estrictos con el cumplimiento de la ley en todos sus ámbitos.
El Australiano es amigable, cercano, sonriente. Siendo como sociedad un crisol de nacionalidades y religiones, crecieron en la diferencia, la abrazan con respeto y admiración y siguen teniendo políticas migratorias flexibles en momentos en donde pareciera el mundo vuelve hoy sobre sus pasos con la tendencia a mirarse el ombligo.
Creo que la envidia sólo es buena cuando invita a una reflexión grupal de ser mejores como sociedad, y Australia, es sin duda alguna, una sociedad con mucho para enseñarnos, y destino que debería ser obligado para nuestros Gobernantes frente al diseño de políticas públicas, y para nuestros verdaderos líderes cuando de repensar nuestros valores culturales se trata, tema que todavía no está en la agenda nacional y que es en donde somos, desafortunadamente, todavía muy pobres.