Hay ciertos lugares en el Universo que enamoran en unos pocos segundos, simplemente tienen alma, irradian magia, y se impregnan en la piel y en el recuerdo haciendo que sea dificil no querer volver. New Orleans es uno de esos sitios en el mapa. No se si es la humedad del Mississippi, la estrechez de sus calles, la comida creole, la forja de cada una de sus amplias terrazas, las jardineras colgantes, su marcado acento sureño , su raza, su arte, o el toque frances que se mantiene vigente en varias de sus esquinas. Tal vez simplemente lo es todo.
Sin embargo y por encima de todo esto, de su alegría y su vida nocturna, es claramente su música lo que más impresiona. New Orleans puede tener tal vez la mayor concentración por metro cuadrado de músicos del planeta, buenos músicos, que han hecho del Jazz un símbolo de exportación, y que le permiten al visitante peregrinar horas enteras, de bar en bar, haciendole el quite a borrachos en bermudas en búsqueda de un nuevo George Lewis, Punch Miller, Sweet Emma, De De Pierce, The Humphrey Brothers o de un nuevo Buddy Bolden.
Allí, en medio de la calidez de la ciudad, y desviandose unos metros de Bourbon Street doblando por Peter Street está, casi que escondido, Preservation Hall. El recinto no tiene mas de 150mts, y alli, descolorido, con un nostálgico vaho a tabaco, y unos pocos ventiladores que más bien reparten el calor, se sientan noche a noche unos curtidos músicos que se deleitan improvisando el mejor jazz del mundo. Por allí han pasado los mejores, sin pretensiones, simplemente seducidos por el arte que comparen con unos muy pocos espectadores. En Preservation Hall se decanta lo mejor de una sociedad que ha creado un Cluster de Musica tal vez irrepetible.
Y es que al margen de la magia de la ciudad, el fenómeno de su amor por la música, y de su capacidad para generar talento es sin duda un fenomeno sociológico que amerita un análisis más profundo. New Orleans al igual que los panaderos franceses, los futbolistas brasileros, los ingenieros alemanes, los diseñadores italianos o los relojeros suizos para mencionar algunos clusters famosos, ha logrado crear un submundo en donde se desayuna, se almuerza y se come música. Es simplemente su ADN social:el del abuelo, el del padre, el del profesor, el del predicador en la iglesia, el del amigo del barrio. Es su forma de sobre vivir, de salir adelante. Es un ancla a su herencia, y una buena forma de sentirse parte de algo que es más grande que ellos mismos y que los hace por sobre todo sentirse orgullosos.
Lo interesante de los Clusters de talento es que pueden ser fabricados. Si bien algunos como en el caso de New Orleans toman su tiempo, otros como Sillicon Valley son producto de una decisión de estado de crear espacios en donde la educación, el emprendimiento y unos cuantos beneficios tributarios logran en poco tiempo agrupar a los mejores. A nivel de empresa pasa algo similar. Ejemplos hay en cantidades de organizaciones que han logrado definir una visión, y unos valores que se vuelven pilares de una cultura interna que simplemente atrae a los mejores.
No estoy seguro de la receta, pero claramente en el mundo de hoy, cada vez más el talento termina atraido por algo trascendente del que se quiere simplemente hacer parte, y en el que la música será siempre un buen complemento.
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